jueves, 19 de noviembre de 2009

Historia del Tango Argentino

Buenos Aires fue, y es, la indiscutida capital del tango, la Meta de todo joven que dibujaba notas sobre un pentagrama, que transmita su sentir poético al papel o, que apronte la garganta para cantar, aunque la creatividad de esa vida que bullía entre criollos, tanos, gallegos y gauchos desplazados era, y es, compartida por hermanas menores como Montevideo, Rosario, Córdoba y Mendoza, entre otras. Porque las esperanzas y los problemas eran, y son, iguales en todas las grandes ciudades de la región. En todas ellas estaba, y está, el mismo caldo de cultivo.
El tango siguió las peripecias de la gente y las acompañó en estas décadas. Tuvo sus momentos de gloria como los tuvieron argentinos y uruguayos. Y también los períodos de dolor y crisis. En ese sentido, fue solidario con la evolución de los pueblos. Pero no sin una dosis de agraciada picardía, supo tener su autonomía y universalizarse. Ésa es la gran paradoja del tango. Para adentro, caminaba a la velocidad de la sociedad. Cuando el Río de la Plata "se comía el mundo" con economías florecientes, maravillosos artistas, pensadores de gran renombre y un fútbol imbatible, el tango mostraba toda su pujanza. En los tiempos de dolor y de crisis, en estos países el género parecía adormecido y, muchas veces, derrotado por las novelerías que llegaban del exterior. En el mundo, sin embargo, mantenía toda su vigencia y, por ejemplo, los espectadores se estremecían en los cines de la calle Lavalle en Buenos Aires, o de 18 de Julio en Montevideo como en innumerables películas extranjeras sonaban los primeros acordes de cualquier tango.
Fuera vivía y era reconocido, aunque en el Río de la Plata lo mataran una y otra vez. Pero también una y otra vez el tango resurgió de sus aparentes cenizas con nuevos y brillantes autores, notables cantores y espectaculares bailarines. Porque es inmortal y tiene la fuerza vital que, en mayor o menor proporción, le dan los pueblos a través de los años. Para que el tango muera, será necesario que el Río de la Plata desaparezca de la faz de la tierra. Como eso no ocurrirá, tampoco desaparecerá el tango. Y por eso, cada cierto tiempo, será necesario actualizar la historia del tango, agregándole lo eternamente nuevo que irá aportando.
La grave y cálida voz de Julio Sosa escapa de la placa de un disco, domina el ambiente y deja paso a una reflexión que, más que eso, es certeza y comprobación a pesar del tono interrogativo de los versos: ¿ Quién te ha dicho, che pebete, que pasó el tiempo firulete? Sin duda, quien hizo esa osada afirmación no es de este mundo y no sabe que habrá tango mientras haya un tipo desesperado por besar los labios de una pebeta en flor, una traición para contar, una queja que transmitir o una alegría que compartir.
Origen de la palabra tango
Entre los muchos misterios que encierra el tango, el primero es el de su propia denominación. La voz tango se encuentra en las culturas africana, hispánica y colonial. Según algunas teorías, tango derivaría de tang, que en una de las lenguas habladas en el continente negro significa palpar, tocar y acercarse. Entre los bantúes, además, hay dos idiomas que se denominan tanga y tangui. Y entre las lenguas sudanoguineanas Figura la tangalé. Curiosamente, el contenido hispánico de la palabra se acerca a la africana tang. Tango en castellano es considerado una voz derivada de tangir, que en español antiguo equivale a tañer, y de tangere, o sea, tocar en latín.
En la colonia, a su vez, tango era la denominación que los negros daban a sus parches de percusión. Ellos la pronunciaban como palabra aguda: tangó. Y tangó eran también los bailes que organizaban los africanos llegados a la fuerza al río de la Plata. En esas reuniones se creaban tales desórdenes que los montevideanos ricos, y auto considerados respetables, llegaron a pedir al virrey Francisco Javier Elio que prohibiese "los tangos de los negros". La acepción hondureña que brinda el diccionario, referida a una especie de tambor que fabrican los indígenas, parece acercarse al sentido africano de la palabra. Es difícil saber si se trata de una casualidad o de una transculturación.
Solo como curiosidad, porque en principio no tienen vinculación con el origen del tango rioplatense, cabe mencionar que una región de Japón se llama Tango, al igual que una fiesta infantil de ese país, y que antiguamente en Brasil tango era sinónimo de samba.

El tango es cosa de hombres

La hipótesis de que la coreografía tanguera nació como burla al candombe negro encuentra asidero en su propia evolución.
Todos los testimonios coinciden en que las filigranas de un tango comenzaron a bordarse de forma individual. El compadrito, en una esquina, demostraba a sus amigos, o a la mujer que quería conquistar, sus habilidades para el corte y la quebrada. Es la creación de un solitario que exhibe orgulloso algo que no existía.
Posteriormente, el tango fue bailado entre hombres solamente, aunque este hecho escandalice a Vidart, que lo niega con dureza.
"Es mentira, es error, es novelería de intelectuales friolentos que recién descubren el tango y se quieren calentar la sangre con su rescoldo, decir que el tango fue bailado por hombres solos en su comienzo. El baile en parejas de hombre y mujer es un simulacro de acoplamiento en las sociedades primitivas y lo sigue siendo hoy, a pesar de todas las florituras interpuestas por el salón entre la coreografía y el sexo. El tango como antes la milonga, y antes todavía la danza, se bailó siempre en pareja de macho y hembra. Cuando bailaban dos hombres juntos era para aprender pasos difíciles por sencillas razones pedagógicas. Y nada más. Buscar otras motivaciones sería tonto, si no grotesco.
Seguramente, éste es uno de los pocos casos en los que Vidart, que ha hecho extraordinarias aportes al estudio de la música popular, se equivoca. Porque aunque parezca absurdo, en tanto danza de parejas, el tango comenzó siendo bailado entre hombres. Ya Evaristo Carriego, el primer gran poeta de los barrios populares de Buenos Aires, lo testifica, alrededor de 1906, en su poema El alma del suburbio: En la calle la buena gente derrocha/ sus guarangos decires mas lisonjeros, /porque al compás de un tango que es "La morocha / lucen ágiles cortes dos orilleros.
Carriego no describe a un hombre y a una mujer bailando, sino a dos hombres. Las pruebas testimoniales y fotográficas de compadritos bailando son numerosas. León Benarós fundamenta esta realidad en el machismo imperante en los suburbios y en toda la sociedad de aquella época. "Absurdamente -escribe- es una pareja de varones la primera que se aviene a bailar el tango, en alguna esquina. El tango parecía solamente " Cosa de hombres". Indignaría atribuir al acto el más mínimo contenido homosexual. Se trata de una demostración de habilidad, de un lucimiento. Aun después, cuando el tango conquiste a la mujer para la danza,'ella' no será el ingrediente fundamental, el objetivo último, sino la danza en sí, la ostentación de saber bailar, el respeto casi litúrgico por aquello que se va haciendo, sin otra intención, sin lubricidad alguna. Sólo cuando el tango se 'nocturniza', cuando se hace materia de cabaret, se convierte, a veces, en pretexto para la ulterioridad amorosa.
Pero el verdadero criollo, el argentino, es pudoroso de su intimidad. Rechaza él ostentoso manoseo público, por respeto a sí mismo y a su compañera."
Benarós insiste en el tema y aporta otros testimonios. algunos de sus argumentos son de mucho peso. Por ejemplo, cuando afirma que la demostración de dos hombres bailando es aséptica, insospechable de segundas intenciones, porque "el tercer sexo apenas podría sobrevivir en un ambiente de crudo machismo como el de entonces. Aun cuando la mujer acepta el tango y se incorpora a su culto, las primeras bailarinas serían las chinas cuarteleras y las pupilas de los burdeles, el narcisismo del compadrito atenderá más al tango en sí que a su compañera de ocasión. Ni siquiera la importará demasiado que sea bonita, sino que baile bien, que lo acompañe en la demostración con inteligencia y acierto".
El autor cita además a César Viale, quien en Estampas de mi tiempo confirma lo anterior: "El tango no había llegado aún al centro, andaba por los arrabales; cuando más se bailaba entre hombres en las veredas, frente a los conventillos, al compás de los organitos con ruedas conducidos por sus propietarios, napolitanos y calabreses de melena renegrida y lustrosa".
Otro notable investigador, Horacio Ferrer, es de la misma opinión, aunque le agrega un matiz. "Algunos cronistas -afirma- sostienen que en estos comienzos el Tango es bailado entre hombres. Debemos decir mejor que también se baila entre hombres, porque siempre, hasta hoy, ha sido bailado por parejas de varones, pero en casi todos los casos como entrenamiento para luego bailarlo con mujeres. También en la posterior época de los cabarets, mientras esperan a los clientes, las mujeres bailaran entre sí."

Danza antes que nada y sobre todo

El mismo Vidart, a pesar de no establecer diferencias entre el surgimiento del baile y de la letra, sostiene que "el tango es una danza antes que nada y sobre todo" ,y reconoce que "después se hizo camino para el canto, pero nadie puede bailar lo que canta Gardel; al Mago hay que escucharlo con el mentón en el puño, viendo llover despacio en las calles de la ciudad y de la nostalgia".
Para este autor el tango nació como un baile popular, y antes de que cristalizaran "sus características sonoras en el machacón dos por cuatro, ya existían en el Río de la Plata, tanto en Montevideo como en Buenos Aires, los personajes y los escenarios desde donde partió a la conquista del mundo". Apareció la danza - afirma Vidart- sin otras connotaciones que las de la danza misma, al margen del lupanar que luego lo prohijaría gozosamente. "Las academias montevideanas y las casas de baile corraleras porteñas -escribe- el prestigioso investigador- son los primeros alambiques donde se destila su coreografía. En Montevideo, las orquestas, puro ritmo visceral, no tenían acordeón; en los peringundines porteños herederos de las casas de baile, la inmigración italiana impuso los organitos y los acordeones, y con ellos el tango empezó a llorar, a prepararle el camino a las letras lacrimosas, a las elegías con cornudos y minas espiantadas."
Esquemática pero acertadamente Vidart describe ese itinerario del tango-baile: "Cuartos cuarteleros, cafetines danzantes portuarios, academias o peringundines, teatro rioplatense, lupanar, patio de conventillo proletario, cabaret; éstos son los sucesivos escenarios del tango. Después es piedra libre y se lanza a la conquista del mundo saltando desde las márgenes del Plata al trampolín de París".

Inicio de la mujer en el baile

La mujer se plegó a la danza inmediatamente en las piezas cuarteleras, los burdeles, los peringundines y las academias. Pero no sería hasta alrededor de 1904 cuando las damas de los barrios populares se atrevieron a bailarlo.
Entre las primeras, a pesar de gozar de gran fama en el arrabal porteño, la tradición oral y alguna perdida crónica apenas han dejado nombres o sobrenombres: la Parda Refucilo, Pepa la Chata, Lola la Petiza, la Mondonguito, María la Vasca, la China Venicia, María la Tero, Carmen Gomez, la Parda Flora y la famosísima rubia Mireya, que actuó en locales de muchos barrios porteños. Mireya, también conocida como la Oriental porque nació en Uruguay, inspiró dos tangos: Tiempos viejos, de Manuel Romero y Francisco Canaro, y La rubia Mireya, de Augusto Gentile.
Pero el tango como danza no quedaba limitado a los bajos fondos o a sus ambientes cercanos. Se extenderá a los barrios proletarios y seria la alegría de bodas, cumpleaños y fiestas de todo tipo.
Al respecto Benarós hace un acertado comentario, que es el reflejo de tiempos en los que la danza transita desde el bajo hacia la aceptación popular. "La vergüenza de las mujeres, los decires presumiblemente zafados; el tango como espectáculo callejero; el halago del compadrito, al sentirse observado y elogiado. El tango tiene todavía tacha de infamia, presunción de danza de burdel, para escándalo de las familias. Bailarlo es, de algún modo, contaminarse de ese origen.
Después vendrá el baño lustral, sucederá la adecentada coreografía, será aceptado en las mejores familias. Y de alguna manera, dejará de ser, un poco, el tango prepotente, desafiador y alegre de los orígenes, para teñirse de cierta ablandadora sentimentalidad, fugándose cada vez más de los pies del bailarín para alojarse casi definitivamente en los oídos..."

La Poesía Tanguera

A pesar de su importancia, la poesía tanguera es uno de los aspectos menos estudiados del género. La bibliografía registra muchas apologías de vocabulario hueco que apenas saben caer en el lugar común, biografías de compositores, vocalistas y letristas excelentes, notables estudios en torno a los temas musicales e instrumentales, investigaciones sociológicas e históricas de gran valor y antologías de las letras. Sobre estas, sin embargo, la literatura no es muy extensa ni profunda. Aún no se ha realizado un trabajo ordenado y orgánico que abarque el destacado fenómeno de un género literario que, como ya se dijo, comprende todos los aspectos de la existencia humana con características muy particulares y propias.
Daniel Vidart, en su obra El tango y su mundo, hace una interesante aproximación al problema, en un esfuerzo por sistematizar el estudio de las letras.
Tras destacar que éste "es uno de los temas menos tratados, aunque quizá el más cautivante", Vidart afirma que en las letras "se esconde todo un mundo desechado casi siempre, que constituye la clave profunda de su ser y su quehacer en la cultura rioplatense. Clasificarlas es naturalmente limitarlas, coartar su espontaneidad anárquica, su camaleonismo circunstancial. Pero puede intentarse una ordenación, previniendo que en este sentido no hay recetas infalibles ni criterios absolutos porque, a la postre, lo que interesa es la calidad del pensamiento interpretativo y no el preciosismo del andamiaje formalista".
Sobre esta base, el autor orienta su estudio hacia cuatro aspectos diferentes de las letras: el lenguaje, el estilo, la elocución y los temas. A su vez distingue cuatro tipos de lenguaje empleados en la creación de las letras de tango: el popular, el lunfardo y el culto.

Conformacion y Poesia Tanguera

El pretango, los géneros musicales y los intérpretes que sirvieron de antecedentes al tango se refugiaban en bares de marineros, en cuartos de chinas cuarteleras, en milongas de mala fama, en dudosos cabarets y en prostíbulos.
El tango como tal, sin embargo, tuvo desde el principio vocación de gran torrente y buscó los espacios abiertos hasta alcanzar la universalización. Prudencio Aragón con El talar (1895), Rosendo Mendizábal con El Entrerriano (1897), Ernesto Ponzio con Don Juan (1898) y Manuel Campoamor con El sargento Cabral (l899), autores de los primeros "tangazos" de la historia, construyeron los cimientos sobre los que se asentaría el nuevo y recién nacido edificio musical. Su independencia, su personalidad, está dada por la coincidencia de cómo cada uno de ellos calificó, su respectiva obra: "Tango criollo para piano".
Con el adjetivo "criollo" se reivindicaba una creación autóctona. Y con la mención del piano se está informando que ya entonces el tango se había enriquecido instrumentalmente y que había pasado a ser interpretado en los salones.
Con anterioridad, en los últimos tramos de su gestación, y en Buenos Aires, los italianos le habían agregado el acordeón y el organito, con los que daban al tango su tono plañidero, quejumbroso, que sin duda influirá en posteriores letras lacrimógenas. Porque es difícil encontrar otra combinación instrumental tan apropiada para reflejar poéticamente la tristeza y el sufrimiento ante la traición o ante la pobreza que no, remedian ni el trabajo ni la honradez.
El nuevo producto no quedó confinado a lugares de dudoso prestigio, sino, que reflejo el alma de las clases populares, de los laburantes, de los que día a día pelean por la subsistencia y de toda la gente sencilla que habitaba en las periferias de las principales ciudades rioplatenses. Ese pueblo llenaba en Buenos Aires los peringundines y las academias de Montevideo. Piringundines y academias eran modestísimos locales de baile que, a fines del siglo XlX, fueron factores fundamentales tanto para la expansión del tango como para el desarrollo de su coreografía, y para que las parejas aprendieran a bailarlo.

EL LENGUAJE CULTO

Vidart recuerda que los lingüistas llaman lenguaje culto al que usan los estratos superiores de la sociedad, con lo que se otorga a la cultura un énfasis clasista. Por eso estima que la denominación es poco acertada y que debería hablarse de lenguaje de las élites, de la inteligentísima, "pues la cultura en su sentido amplio abarca todas las manifestaciones ideológicas y todos los estratos sociales de una nación".
Con ese significado equívoco, "el lenguaje 'culto' no es cosa frecuente en las letras del tango. Trascendida la etapa ingenua de los peringundines y superado el ciclo lunfardesco, del cabaret, el tango se convierte en el amplio receptáculo de la inspiración popular. El lenguaje, pese a ciertas recaídas herméticas se aclara; los temas se multiplican; el funcionalismo cultural se va precisando con definido sesgo. Como el corrido mexicano, el tango es ahora un comodín que expresa las alegrías, las tristezas, las inquietudes, las chabacanerias y los prejuicios del pueblo. Las letras cantan a todas las instancias de la complejidad vital; la civilización de masas asoma en ellas su proa maciza y plasma, de modo sumario pero total, una ética, una estética, una sociología, una axiología y una metafísica populares".

EL LENGUAJE LUNFARDO

El lunfardo es la forma de comunicación de los delincuentes, sobre todo de los ladrones y proxenetas. Uno de sus principales objetivos es disimular las intenciones de quienes lo practican. Difícilmente ese material humane puede producir una poesía rica, capaz de trascender al gran público. Por eso es válida la distinción que hace Vidart entre lunfardo y lunfardesco. En realidad, lo correcto es hablar de letras lunfardescas, escritas por autores que conocen muy bien el lenguaje y el ambiente, pero que sin embargo no pertenecen a él.
La estructura del lunfardo se nutre de la sustitución de sustantivos, verbos, adjetivos e interjecciones castellanas por términos, a los que se les Cambia el significado, provenientes de la germanía, del caló, del italiano y sus dialectos, del francés, del portugués, del inglés, de las lenguas indígenas y hasta de palabras hispánicas a las que se les da un sentido que nada tiene que ver con el original
Un elemento auxiliar del lunfardo es el vares, o sea la pronunciación de las palabras cambiando el orden de las sílabas: tango es gotán, bacán es camba, Mejo es jovie, cabeza es zabeca y así sucesivamente.
Obviamente, este "idioma" no tiene reglas fijas y muestra un enorme dinamismo. La gente del hampa y los internos de las cárceles ensayan continuamente variaciones que, cuando tienen éxito y son aceptadas, se expanden a velocidad vertiginosa
En Buenos Aires, más que en Rosario y Montevideo, el estilo lunfardesco tuvo importantes cultores en el periodismo, en la narrativa, en el teatro y en la poesía. En este sector, por el traslado de sus obras al tango, destacaron en los primeros tiempos Carlos de la Pua, Celedonio Flores,BartoloméAprile,Yacaré,Joaquín Gómez Bas y Julián Centeya.
Esta forma de componer poesía tanguera ha permanecido a lo largo de las décadas y en la segunda mitad del siglo son de destacar las grabaciones de Edmundo Rivero -un apasionado del tema- con milongas y tangos lunfardescos y las obras en verse, prosa y charla de Nyda Cuniberti, Roque Rosito Lombardi, Luis Alposta y Daniel Giribaldi.

El Lenguaje Popular

El lenguaje popular es el que se usó en las primeras letras de corte orillero. Vidart advierte sobre la posible confusión entre orillero y lunfardo, porque en el Río de la Plata se da la errónea tendencia a designar como lunfardo el lenguaje de los suburbios.
Si bien hay expresiones lunfardas adoptadas por el idioma orillero, ellas son en realidad una forma de comunicación entre delincuentes, practicada solo por los iniciados. En Idioma nacional rioplatense, Vicente Rossi, citado por Vidart, sostiene que el lenguaje orillero es el habla caprichosa del criollo de los barrios periféricos. "Y no es cualquier cosa ese humilde nativo -afirma Rossi- ni tan malo, ni tan compadre, ni tan payaso como el sainetero lo presenta; es un hábil juglar en léxico espontaneo, inspirado en su ambiente cargado de giros criollos y de los patúas del continente europeo que hacen allí su primera etapa en la conquista de América, la de la conquista del pan. El lenguaje del orillero es de su particular inventiva; siempre gráfico, exacto en la alusión; metafórico y onomatopéyico meritísimo, siempre inclemente en la ironía; y siempre novedoso porque ese orillero es un incansable renovador de su pintoresco léxico"
Vidart, en un irónico párrafo de la ya citada obra, afirma que "el lenguaje popular de Montevideo, de Buenos Aires, de Rosario, sintetiza y sincretiza, con la alquimia propia de las ciudades portuarias, los elementos lingüísticos del hinterland americano, de los patois europeos y de los argots del hampa criolla e internacional y con ellos injerta, pese al espantado vade retro de los académicos, la venerable cepa del idioma de Cervantes. El lenguaje popular trepa, como la savia, de la raíz multitudinaria a la flor de las elites y avanza, como una mancha de aceite, desde las orillas al corazón de las ciudades.